martes, 5 de septiembre de 2017




Nietzsche. Filósofo del porvenir.

Elaborado por Jorge Alberto Reyes López
FFyL / UNAM
SUA-YED 


¿Qué puedo comentarles en pocas líneas sobre una de las figuras más significativas del siglo XX occidental? El reconocimiento y la valoración de la obra de Nietzsche vendrían tiempo después de su muerte. Se le consideró como uno de los “pensadores de la sospecha” (expresión que el filósofo francés Paul Ricoeur usó en 1965 para caracterizar la crítica radical que emprendieron Nietzsche, Marx y Freud en el siglo XIX en contra de los valores y principios que constituyen a la civilización occidental). Se trata, como bien lo dice Ricoeur, de un pensador de la sospecha. Pero este modo de emprender el quehacer filosófico surge como una respuesta a la consolidación de la Modernidad capitalista (con la Revolución Industrial y la Revolución Francesa como los acontecimientos históricos que dieron lugar a una nueva edad del mundo) y la nueva fe en la  “verdad científica” y el consiguiente reordenamiento de la vida cotidiana a todos los niveles así como la puesta en crisis de los valores tradicionales (sobre todo, de la moral cristiana, de la antigua fe).
Nietzsche, por tanto, se enfrenta al mismo tiempo al hombre moderno (que tiene a la ciencia, a la tecnología y al mercado como sus notas esenciales) y al hombre cristiano tradicional que todavía dominaba con su moral Europa. Nuestro autor criticará ferozmente el “igualitarismo” burgués con el cual ha parecido por primera vez en la historia de Occidente la “masa” (que será la definición misma del ser humano que habitará las grandes urbes del siglo XX y que es quien sufre el nihilismo, es decir, el estado cultural de occidente donde se vinieron abajo los valores supremos que por siglos dirigieron y orientaron la vida de las personas; se trata de “la muerte de Dios”, es decir, el derrumbe del mundo del más allá y de todos sus principios últimos), pero también atacará con igual furia los valores transmundanos del cristianismo heredado desde el siglo IV; en ambos casos lo que Nietzsche denuncia es que el hombre moderno es un hombre que ha abandonado los más excelsos valores de la antigüedad toda vez que se ha conformado con un modo de vida sumamente trivial que ha borrado las diferencias naturales que existen entre quienes tienen rasgos geniales y los seres débiles bajo el discurso político del “igualitarismo”; mientras que el hombre cristiano ha negado el “sentido de la tierra”, que ha negado el cuerpo y sus pulsiones desde lo que Nietzsche ha llamado la “meta-física platónica” (que comienza con el Sócrates de Platón y culmina con Hegel) donde se ha dividido la realidad en dos (una celeste o del más allá que es la verdadera y plena, y otra que es terrena donde se encuentra todo lo despreciable y pasajero).
Nietzsche sostuvo en su propuesta filosofía (que no es lógico-conceptual a la manera en que la tradición occidental lo ha sido, sino que es metafórica, simbólica y aforística) que era necesario rescatar la apariencia, la mentira o lo falso por encima de la “verdad” (que no es más que una ficción o ilusión que se ha olvidado que lo es).  El problema, así pues, no es que se inventen “dioses” sino que quienes los han inventado caigan en su propia ficción y pierdan su capacidad de inventar nuevas formas culturales, de crear nuevos valores (de ahí lo que propone nuestro autor con la expresión “inversión de todos los valores”).
Nietzsche apuesta por el “super-hombre” (Übermensch), es decir, por la superación del hombre-masa, del hombre temeroso de Dios (el cristianismo que él denomina “platonismo para el pueblo”), del hombre manso que teme a su naturaleza cruel. Se trata de trascender tanto la “Verdad” de la ciencia y el mercado modernos que demeritan las potencias artísticas del ser humano como la “Verdad” de la religión revelada del Dios hebreo que ha introducido la vergüenza y la culpa (Schuld) del cuerpo y sus necesidades naturales. Nietzsche relaciona al concepto de vida (Leben) los conceptos de voluntad, cuerpo, pulsiones, fuerza, poder, intuición, apariencia, entre otros. Pero todos estos conceptos irán adquiriendo su relevancia y función específica en la medida en que Nietzsche desarrolla su pensamiento a lo largo de los años. Nietzsche postula la necesidad de un ser humano pleno que no tema a expresar todas sus potencias creadoras, artísticas, generadoras de una nueva cultura, cultura sostenida en el genio y la excelencia. Nuestro autor ha llamado a su filosofía como un platonismo al revés, que previene contra todo trans-mundo, contra todo intento de apaciguar el fuego violento que habita en el corazón del ser humano. Nietzsche es el “psicólogo de la cultura Occidental” que se enfrenta con toda su escritura a las ficciones más terribles y absurdas que a su juicio se han creado desde la antigüedad griega. ¡Hay que volver a la tierra y al ser humano que afirme las pulsiones creadoras de su genio para dejar pasar la Voluntad de Poder (Wille zur Macht) y sea posible dejar entrar en la historia al Super-hombre o al Hombre que es la superación de la humanidad que se quedó sin Dios y sin valores últimos! En voz de su Zaratustra, podemos seguir la nueva exigencia para nuestro tiempo:

«Les enseño a ustedes acerca del Super-hombre. El hombre es algo que ha de ser superado. —Entonces pregunta—: ¿Qué han hecho ustedes para superarlo? »

Nietzsche mantuvo esta imagen en la mente hasta el final: “el hombre es una cuerda entre el animal y el Super-hombre”.  Nietzsche es sin duda alguna el gran filósofo del porvenir. Sus cuestionamientos y denuncias han de servirnos para examinar con igual rigor y pasión lo que enfrentamos en nuestra era.    


Fuentes adicionales de consulta (se puede elegir una de estas referencias para hacer el ensayo de esta parte):



Artículo de divulgación (pilón): http://www.bbc.com/mundo/noticias-36581582